Eres el riachuelo que uno se encuentra por equivocación en medio del bosque,
eres la luna que sin querer veo entre el follaje de los árboles del parque,
la espuma de la última ola que se acerca,
la luz que danzando se escabulle por entre las cortinas para revelar el polvo de la agitación del descanso.
Eres la decisión de tomar una decisión,
la ambivalencia para para ser una u otra persona,
el movimiento movimiento, perpetuo,
la sensación de la vuelta que nunca acaba,
el descanso interminable.
Eres unas vacaciones dentro de las vacaciones.
Sensación, sensaciones derrumbadas
La inherente emoción de que todo lo vivido es un preámbulo,
que toda huella es un prólogo para usted y yo,
que todo error desembocó a la antecámara de nuestro encuentro.
Maga.
Sea usted lo que quiera ser,
tan libre como pueda y merece,
tan rápida como decida,
tan voraz como se lo permita.
Sea la vida que se extingue detrás de la vela,
la soga que detiene al colgado,
sea usted la última imagen registrada por los ciegos.
Sea mis sentidos, Maga.
Sea la culminación de todas mis dolencias,
el éxtasis de mis aflicciones,
la conclusión de cuantas veces sentí que la vida podía más que yo.
Habrá momentos en que no pueda decirte más,
donde la palabra resabale por mi mandíbula para eclosionar sin reparo en tu mejilla,
habrá momentos donde no quiera ser yo,
que no quiera encontrarme,
que en una tarde borracha me olvide de mí,
que no sepa donde me encuentro,
o lo que soy,
o lo que vivo,
pero sabré que estoy contigo,
y ello me arrastrará a la orilla más cercana.
Mis ojeras me delatan,
mis ojos cansados, incluso de de mí,
deambulan por tantos espacios como recorre mi mente,
y ahí,
donde se junta el día y la noche,
chocan mis pupilas con las tuyas,
se presentan, hacen reverencia y se olvidan de lo demás.
A partir de entonces,
el universo conspira,
el tiempo transcurre,
la vida se desgasta y la naturaleza se extingue,
pero con tan solo la idea, y el deseo mutuo,
usted y yo permanecemos juntos.
Tan sólo de memorar su aliento,
acariciar el dejo de su aroma,
con la mínima intención de tomar su mano con la última brisa de la mañana,
sé que mi corazón palpita en son con el suyo,
que la vida ha sido por demás dichosa de ponerme en su camino,
por saber que no ha habido errores,
tan sólo casualidades curiosas.
No le prometo nada,
Maga hermosa,
no seré quien le ofrezca la luna,
la estrella más cercana o las noches de insomnio,
no seré quien le jure un amor incondicional,
un amor imposible y puro,
una luna de miel eterna o un capítulo 7 de Rayuela.
Seré aquel que la invite a buscarlo juntos.
Aquel enamorado que la empujará al precipicio,
ése que le da miedo besarla en las noches más oscuras,
y el mismo que tendrá pena de entrar al recinto de su cuerpo.
Pero también uno que bailará hasta el paro a su lado,
que exprimirá las sabanas de la última gota de sudor,
que la abrazará sin reparo en las noches de lluvia,
y soñará despierto de su boca mientras lo besa.
Vaciemos los lagos,
demos la vuelta al mundo sin salir de tu cama,
desayunemos en Pluto y hagamos de los prejuicios nuestros lacayos.
Seremos para la gente la envidia,
la gula, la lujuria y el ayuno en uno sólo,
que critiquen nuestra libertad a nuestras espaldas,
que se burlen de tu nombre y el mío,
que la gente desconozca nuestra definición de amor,
démosle miedo a aquellos que le temen a la honestidad.
No sea mía,
que jamás seré de usted,
seamos uno sólo que en su libertad se elige,
y uno distinto para cada día de la semana,
menos los jueves.
Detrás,
detrás de la sonrisa que se esconde,
entre sus dientes se asoma el beso lisonjero que coquetea conmigo,
de un mordisco me lo trago y le regalo otro,
como en una cuerda floja,
las equilibristas de nuestras lenguas malabarean la excitación mutua,
retando al otro a caer primero.
Maga…
A partir de cuantos pensamientos suyos han cruzado mi mente estos días, el mayor de ellos es el del presente.
Y es que que mayor suceso de amor, si todo lo que sucede es dentro del espacio inmediato, si cuando pienso en usted es ahora,
es aquí y es preciso. Por más que imagine, sueñe o escriba, todo lo vivido tan sólo aumenta el deseo actual,
el tangible, el que puedo medir en besos que deseo obsequiarle, y eso es tan único como lo es usted o el aroma que le envuelve.
Nada es tan preciado como lo que puede saberse próximo, o posible,
pero usted, improbable e imposible,
cayó de repente sobre mi cuello para hacerme saber que éste era nuestro momento, que no hay un después, y lo que sucedió allí estará,
que no hay otro momento más que aquel que existe mientras nos besamos, y después, nada.
Viajeros del perpetuo presente.